Desde Zeus, "un perfecto semental", hasta César y Augusto, pasando por Paris, la historia está llena de donjuanes. A ellos, y a los estragos que causaron entre las mujeres seducidas, dedicó este domingo su discurso de ingreso en la Real Academia Española el latinista Juan Gil Fernández.
"El burlador y sus estragos" es el título que Gil Fernández, uno de los más destacados latinistas españoles, dio a su discurso, en el que se centró en la obra capital de Tirso de Molina, "El burlador de Sevilla y convidado de piedra", para buscar en la literatura grecolatina elementos de parangón al mito de don Juan.
En el mundo, diría el nuevo académico al comienzo de su discurso, "no faltaron ilustres predecesores" del libertino de don Juan, entre ellos el poderoso César, "hombre de moralidad disoluta" al que Curión el Viejo llamó "marido de todas las mujeres y mujer de todos los hombres".
Pero es en la literatura helénica donde "hay un sinfín de burladores", aunque solo existen en el plano de los dioses. "Zeus es el perfecto burlador", que no cesó de "seducir por igual a doncellas y a jovencitos" y utilizó todo tipo de "añagazas" para llevar a cabo sus planes, y, si tenía que convertirse en cisne para seducir a Leda o en toro para raptar a Europa, lo hacía sin dudar.
Igual que Zeus, el burlador de Tirso ponía en práctica "sin pensárselo dos veces los dictados de su instinto natural". Gil se remontó a la antigua Grecia para encontrar al "único galán que resiste la comparación con el burlador de Sevilla: Paris, el hijo de Príamo y Hécuba, el raptor de Helena".
El "primer requisito del seductor" es la apostura, y en Paris "prima la hermosura sobre las demás cualidades". Don Juan, el burlador español, "descuella por su lozana apostura", si bien Tirso de Molina no insistió demasiado en su hermosura para no "inspirar ciertas sospechas de afeminamiento", señalaba Gil.
Paris y don Juan también coincidían en "su condición natural de embaucadores" y eran "maestros en el arte de la seducción amorosa".
Y uno y otro corren el mismo destino: "A ambos los aguarda una muerte airada como castigo por haber violado gravemente las leyes escritas y no escritas por las que se rige la sociedad, sea esta pagana o cristiana".
En su discurso de ingreso, Gil rastreó la pista de las lenguas y la cultura clásica en la literatura hispánica ciñéndose al mito de Tirso de Molina, pero aseguro que existe en todas nuestras letras. «Hay que tener cultura clásica para entender y apreciar a Góngora, eso es evidente, pero un poeta tan asequible como Lope de Vega no se comprende sin un trasfondo de conocimientos clásicos. Y eso dificulta el conocimiento de nuestros propios clásicos hoy». ¿Hasta qué punto? «Es lo que nos pasa si vamos al Prado. Puede que, si perdemos el conocimiento del mundo clásico, no podamos entender a Rubens, no sabremos lo que quiere decir. Incluso podemos dejar de entender a otro pintor más actual, como Picasso».
"El latín es la base de nuestra lengua -nuestro mayor tesoro- y, aun exagerando un poco y llevando el agua a mi molino, me atrevería a decir que lo que se habla hoy en la mayor parte de la vieja piel de toro en que vivimos es, en sus diversas variantes, latín: el latín del siglo XXI", ha dicho Juan Gil.
El helenista Francisco Rodríguez Adrados, que avaló la candidatura de Juan Gil, fue el que le dio r la bienvenida a la RAE por su «asombroso» conocimiento del latín que abarca el de Cicerón, los mozárabes y hasta el de Colón. Gil ha forjado una «escuela casi milagrosa» en España, a pesar de, según Rodríguez Adrados, ese «castigo bíblico que nos cayó: la reforma educativa». «Todo se agravó desde el 84. Me limito a recordar que los ministros Solana y Rubalcaba me decían que no iban a tolerar que a ningún español se le obligara a aprender latín». Y así fue, recordó Adrados.
Y así es , añado.
1 comentario:
Et lux in tenebris lucet
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