Mientras explico veo por el rabillo del ojo que una botella de tamaño considerable pasa de mano en mano entre las alumnas, contiene un líquido rosáceo. Disimulo, mejor que crean que no me he dado cuenta, espero que la botellita desaparezca y no se provoque un conflicto.
Están escuchándome pero sigue de mano en mano, ¿me enfado o no me enfado?
Mi mente, rápida, valora los pros y los contras: si me enfado pierdo la clase, sermón y malas caras. Tiempo muerto. Sí, pero es que esto es una clase – me digo a mi misma- se han de mantener las formas.
Si no me enfado, tendré que sacar provecho. Seguro, seguro, que algo se me ocurre.
Es evidente que las he pillado, así que sin más les pido que me entreguen el objeto que tanta atención ha causado al tiempo que un aroma dulzón invade la clase.
Sonrientes ( la experiencia ya les dice que no va a haber bronca pero sí lección añadida) me muestran el frasco rectangular y medio lleno. Leo la etiqueta es Euphorica de Kerlin Klevin.
No puedo evitar reír con ellas, se trata de la imitación de un conocido perfume de un famoso diseñador.
-"Ponte, ponte", me animan.
No huele mal, pero es mediodía y me quedan dos clases. Yo asocio los olores a los momentos y a las situaciones y digamos que este es un perfume de los que atrapan la narices ajenas y hacen que quedes para siempre en la memoria olfativa del prójimo, ya sea para su deleite o su rechazo.
Les digo que Euphoria viene del griego εὖ bien y φέρω llevar; de ahí que signifique sensación de bien estar. La utilización de la –ph- en lugar de la -f- es una forma de dar un toque de clasicismo y prestigio añadido a la palabra, pues es la transcripción que los romanos hicieron de la fi (f) griega.
Cuando acaba la clase, pienso que desde el siglo I de nuestra era hasta ahora las cosas no han cambiado mucho. Además del frasco de perfume, casi todas llevan en sus mochilas brillo de labios, peines y espejos que con mayor o menor disimulo consiguen sacar fugazmente para darse un toquecito o retocarse el peinado.
Entran en tromba sus compañeros, en mi clase sólo hay chicas, y observo cómo alguno de ellos también se habrá detenido más tiempo del necesario ante el espejo para conseguir esos pelos entre medio hechos y esculpidos.
En el siglo I d.c. Ovidio Nasón escribió un tratado referente a las conductas a seguir para todo aquel que quiera iniciarse en el difícil arte de la seducción. Formado por tres libros, dedica los dos primeros a dar consejos a los hombres para conquistar a las mujeres y el tercero a aleccionar a las féminas para enamorar a los hombres.
El Ars Amandi (Arte de amar) además de ser el primer libro censurado de la literatura -le valió el destierro a su autor - fue un bombazo en su época.
Ovidio da todo tipo de consejos sobre dónde, cómo y cuando seducir y se detiene especialmente en señalar el arreglo personal tanto en hombres como en mujeres .
Así recomienda a los hombres:
"Preséntate aseado, y que el ejercicio del campo de Marte solee tu cuerpo envuelto en una toga bien hecha y airosa. Sea tu habla suave, luzcan tus dientes su esmalte y no vaguen tus pies en el ancho calzado; que no se te ericen los pelos mal cortados, y tanto éstos como la barba entrégalos a una hábil mano. No lleves largas las uñas, que han de estar siempre limpias, ni menos asomen los pelos por las ventanas de tu nariz, ni te huela mal la boca, recordando el fétido olor del macho cabrío."
Y a ellas:
"Mas vosotras no abruméis las orejas con esas perlas de alto precio que el indio tostado recoge en las verdes aguas; no os mováis con dificultad por el peso de los recamados de oro que luzcan vuestros vestidos; el fausto con que pretendéis subyugarnos, tal vez nos ahuyenta, y nos cautiva el aseo pulcro y el cabello primorosamente peinado, cuya mayor o menor graciade pende de las manos que se ejercitan en tal faena."
Desde Ovidio a Kerlin Klevin nadie duda de la eficacia del arreglo personal y los artificios para conquistar al otro. Quizá a lo que no se le da tanto valor y debería ser tenido en cuenta cómo importante instrumento de atracción es al lenguaje y a su elevado poder de seducción.
También Ovido, hombre culto, incide en este aspecto y recomienda a los jóvenes romanos que no aprendan las bellas artes de la palabra con el único objeto de convertirse en abogados pues la belleza también se deja arrebatar por un orador elocuente.
Nadie duda que se enamora a otro con el gesto y con la imagen pero además en el modo de comunicar las cosas ya hay seducción. Hay formas sonoras y fórmulas verbales que abren puertas (o corazones) y otras que los cierran con cerraduras definitivamente bloqueadas. El lenguaje es tan importante que sin el es difícil de concebir el mundo tal como ha sido y es.
Que corra, pues, a raudales el perfumado líquido; que despierte la curiosidad por conocer los consejos del poeta romano y que todo se combine con el interés por valorar el lenguaje como la maravilla de acercamiento que tenemos para ser algo más que mensajeros de informaciones y ser transmisores de emociones.
El poder seductor de la palabra hablada o escrita, el dominio del lenguaje y la capacidad de comunicar una idea se aprende.
Espero que las alumnas hayan entendido el carácter didáctico de esta entrada;también la cultura es atractiva y si va acompañada de aromática euphoria y acicalados rostros mejor que mejor.
Que ellas, al igual que los jovenes romanos del siglo I d.c., repitan conmigo:
"Ovidio Nasón fue mi maestro"
Están escuchándome pero sigue de mano en mano, ¿me enfado o no me enfado?
Mi mente, rápida, valora los pros y los contras: si me enfado pierdo la clase, sermón y malas caras. Tiempo muerto. Sí, pero es que esto es una clase – me digo a mi misma- se han de mantener las formas.
Si no me enfado, tendré que sacar provecho. Seguro, seguro, que algo se me ocurre.
Es evidente que las he pillado, así que sin más les pido que me entreguen el objeto que tanta atención ha causado al tiempo que un aroma dulzón invade la clase.
Sonrientes ( la experiencia ya les dice que no va a haber bronca pero sí lección añadida) me muestran el frasco rectangular y medio lleno. Leo la etiqueta es Euphorica de Kerlin Klevin.
No puedo evitar reír con ellas, se trata de la imitación de un conocido perfume de un famoso diseñador.
-"Ponte, ponte", me animan.
No huele mal, pero es mediodía y me quedan dos clases. Yo asocio los olores a los momentos y a las situaciones y digamos que este es un perfume de los que atrapan la narices ajenas y hacen que quedes para siempre en la memoria olfativa del prójimo, ya sea para su deleite o su rechazo.
Les digo que Euphoria viene del griego εὖ bien y φέρω llevar; de ahí que signifique sensación de bien estar. La utilización de la –ph- en lugar de la -f- es una forma de dar un toque de clasicismo y prestigio añadido a la palabra, pues es la transcripción que los romanos hicieron de la fi (f) griega.
Cuando acaba la clase, pienso que desde el siglo I de nuestra era hasta ahora las cosas no han cambiado mucho. Además del frasco de perfume, casi todas llevan en sus mochilas brillo de labios, peines y espejos que con mayor o menor disimulo consiguen sacar fugazmente para darse un toquecito o retocarse el peinado.
Entran en tromba sus compañeros, en mi clase sólo hay chicas, y observo cómo alguno de ellos también se habrá detenido más tiempo del necesario ante el espejo para conseguir esos pelos entre medio hechos y esculpidos.
En el siglo I d.c. Ovidio Nasón escribió un tratado referente a las conductas a seguir para todo aquel que quiera iniciarse en el difícil arte de la seducción. Formado por tres libros, dedica los dos primeros a dar consejos a los hombres para conquistar a las mujeres y el tercero a aleccionar a las féminas para enamorar a los hombres.
El Ars Amandi (Arte de amar) además de ser el primer libro censurado de la literatura -le valió el destierro a su autor - fue un bombazo en su época.
Ovidio da todo tipo de consejos sobre dónde, cómo y cuando seducir y se detiene especialmente en señalar el arreglo personal tanto en hombres como en mujeres .
Así recomienda a los hombres:
"Preséntate aseado, y que el ejercicio del campo de Marte solee tu cuerpo envuelto en una toga bien hecha y airosa. Sea tu habla suave, luzcan tus dientes su esmalte y no vaguen tus pies en el ancho calzado; que no se te ericen los pelos mal cortados, y tanto éstos como la barba entrégalos a una hábil mano. No lleves largas las uñas, que han de estar siempre limpias, ni menos asomen los pelos por las ventanas de tu nariz, ni te huela mal la boca, recordando el fétido olor del macho cabrío."
Y a ellas:
"Mas vosotras no abruméis las orejas con esas perlas de alto precio que el indio tostado recoge en las verdes aguas; no os mováis con dificultad por el peso de los recamados de oro que luzcan vuestros vestidos; el fausto con que pretendéis subyugarnos, tal vez nos ahuyenta, y nos cautiva el aseo pulcro y el cabello primorosamente peinado, cuya mayor o menor graciade pende de las manos que se ejercitan en tal faena."
Desde Ovidio a Kerlin Klevin nadie duda de la eficacia del arreglo personal y los artificios para conquistar al otro. Quizá a lo que no se le da tanto valor y debería ser tenido en cuenta cómo importante instrumento de atracción es al lenguaje y a su elevado poder de seducción.
También Ovido, hombre culto, incide en este aspecto y recomienda a los jóvenes romanos que no aprendan las bellas artes de la palabra con el único objeto de convertirse en abogados pues la belleza también se deja arrebatar por un orador elocuente.
Nadie duda que se enamora a otro con el gesto y con la imagen pero además en el modo de comunicar las cosas ya hay seducción. Hay formas sonoras y fórmulas verbales que abren puertas (o corazones) y otras que los cierran con cerraduras definitivamente bloqueadas. El lenguaje es tan importante que sin el es difícil de concebir el mundo tal como ha sido y es.
Que corra, pues, a raudales el perfumado líquido; que despierte la curiosidad por conocer los consejos del poeta romano y que todo se combine con el interés por valorar el lenguaje como la maravilla de acercamiento que tenemos para ser algo más que mensajeros de informaciones y ser transmisores de emociones.
El poder seductor de la palabra hablada o escrita, el dominio del lenguaje y la capacidad de comunicar una idea se aprende.
Espero que las alumnas hayan entendido el carácter didáctico de esta entrada;también la cultura es atractiva y si va acompañada de aromática euphoria y acicalados rostros mejor que mejor.
Que ellas, al igual que los jovenes romanos del siglo I d.c., repitan conmigo:
"Ovidio Nasón fue mi maestro"
2 comentarios:
Repito contigo:
"Ovidio Nasón fue mi maestro"
jajajajajajaja
i Carlin Klevin mi proveedor de perfumes!
Muy buena entrada!!
jajajajajaja muy buena la entrada , me he reído mucho leyendola!!!
esq la cosmetica no se puede evitar ni en clase jijiji
besoooss!!
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