Seguro que más de uno estará pensando que los romanos debían aburrirse mucho sin fútbol dominguero.¡Que pena! no poder disfrutar de un partido como el de hoy,el partido del siglo(eso dicen todos los años) y¿ qué harían las romanas sin tanto guaperas dándole al balón?.
Pues no debéis preocuparos pues los romanos también se divertían lo suyo en el Circo con las carreras de carros.No había estadios ni futbolistas pero si Circos y aurigas.
Leed con atención ,veréis que nada ha cambiado mucho desde los tiempos de los cónsules y emperadores hasta hoy.En la Roma clásica y en el mundo moderno,los domingos:Panem et circenses.
Las carreras de carros empezaban con el lanzamiento de un pañuelo blanco.Cada uno de los equipos eran llamados factio, bien diferenciados por un color, el blanco de la factio albata, el verde de la factio prasina, el azul de la factio veneta y el rojo de la factio russata.
Esto ayudaba al público a identificar a su equipo y hacer apuestas a la cuadriga vencedora. Cada factio estaba compuesta por los conductores de los carros (aurigae muy bien pagados como las actuales estrellas de fútbol), mozos de cuadra, adiestradores (doctores y magistri), veterinarios (medici), reparadores (sarcinatores), guarnicioneros (sellarii), guardas de cuadra (conditores), palafreneros (succonditores), almohazadores y abrevadores encargados de refrescar con agua los ejes de los carros y los caballos (sparsiores), así como los iubilatores, los hinchas que con sus gritos animaban a su cuadra y a sus carros siguiéndolos a pie o a caballo(como las aficiones de cada equipo o los ultras).
Una carrera limpia era una carrera aburrida y un auriga arriesgado se convertía en un ídolo de masas.Se completaban siete vueltas (algo más de ocho kilómetros), después de las cuales, el vencedor recibía la aclamación del público y compensaciones económicas .
La carrera no era una cuestión de rapidez sino de táctica y técnica. Colocarse bien y obstaculizar los progresos del contrario era más importante que poseer caballos veloces.(Esto ya lo han comprobado los del Real Madrid contra el Alcorcón)
La victoria se decidía en los últimos metros, cuando el público enloquecía apoyando a su factio. Incluso existía cierta correspondencia cromática con las clases sociales. Los partidarios de la factio veneta se reclutaban entre los miembros de la aristocracia mientras los de la factio prasina eran gentes de estrato más humilde. El espíritu partidista llegó a provocar enfrentamientos entre los espectadores, llegándose a producir trifulcas propias de ultras, tiffosi y hooligans.
Algunos aurigas también alcanzaron la fama, especialmente entre las damas, celebrándose sus victorias y sus gestas amorosas(en aquella época también existían las Nurias Bermudez).
La fama de los aurigas iba acompañada de una pésima reputación, debido a la supuesta vida disoluta atribuida a las personas que protagonizaban los espectáculos de todo tipo(léase Ronaldinho,Eto'o,Güiza...).Pese a ello, los aurigae eran verdaderos héroes que hacían ganar y ganaban grandes sumas de dinero y honores. Los nombres de Escorpo, Diocles, Sabinianus o Eutiques han llegado hasta nosotros a través de diversas inscripciones en las que se enumeran sus carreras y victorias.
En general, los aurigae salían de su condición humilde y recaudaban grandes fortunas gracias a las primas que recibían de los magistrados (en Roma incluso del propio emperador) y del elevado salario que exigían a los dueños de las cuadras (domini factionum) con el pretexto de fichar por otra factio. Los aurigas más famosos comenzaban a ser llamados miliarii(los pichichi de Roma) si habían obtenido la victoria en más de mil ocasiones
Pero no todo lo que rodeaba el mundo del auriga era vano oro y oropel. Había también un mundo oscuro y diabólico que vagaba por el trasfondo de los ludi circenses. Las prácticas mágicas y los envenenamientos de rivales inmediatos estaban al orden del día en el mundo que rodeaba las carreras,(que se lo digan a Cristiano Ronaldo).Las carreras, al mismo tiempo, eran la ocasión perfecta para que los asistentes se divirtieran con otra de sus grandes pasiones: el juego y las apuestas (sponsio). La victoria de un carro y una cuadra hacía ricos a unos y pobres a otros, de manera que entre el público las alegrías y las tristezas iban y venían continuamente de una a otra factio.
Las factiones podían estar seguras de encontrar un gran predicamento entre el pueblo, entre otras razones porque disponían de una organización sistemática, manejaban sumas importantes de dinero, sostenían y daban trabajo a gran cantidad de gentes y no escatimaban, evidentemente, gastos para extenderse y afianzarse socialmente(como los grandes clubs de fútbol de la actualidad).
Por cierto ¿De qué factio será Jupiter?¿De la "blanca" o "la blaugrana"?Mañana lo sabremos.
2 comentarios:
La misma mano que lanzó el venablo que hendió la puerta del palacio ocupado por el pérfido Mesala escribe con invisibles dedos un mensaje tejido de nostalgia. Confirmo el talento de los aúrigas del Lacio. A mí, y a quien encarnaba a mi rival, nos miraban con curiosidad los ojos de las romanas.¡Bah!Nada de nada.Quienes acariciaban sus largas melenas eran manos rústicas acostumbradas a las bridas de cuero; y cuando nos retrataron empujando entre risas sendas Vespas, eran otros quienes ceñían las juncosas cinturas...Siempre tuve aduladoras que buscaban el momento propicio para... bueno, para buscar sombra o recomendación. Alguien(un periodista sin noticias) comentó en un diario de mi Estado que mi pasión por las armas de fuego se debía a algún tipo de inseguridad íntima o de compensación por la falta de ...¡Demonios,no lo voy a decir! Desde la presidencia de la Asociación del rifle no hubo respuesta oficial; eso sí, yo le hice una visita en su casa.
Que sí, doy fe; los aurigas, al menos los de Cinecittà, son merecedores de envidia.MUY OPORTUNA Y CIERTA SU ENTRADA, SEÑORITA.
Ch. H.
Muy interesante el tema y muy buenas las comparaciones con el fútbol,podríamos incluso sacarle más, pero claro, mi valencia no encaja en estos momentos con ningún campeón romano, quizás en la época del general Ranieri y el gran claudio... eran otros tiempos.
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