Salvete, discipulae et discipuli!
Son muchas las batallas que hemos
tenido que librar durante esta etapa. Nos hemos visto rodeados de
enemigos diversos e inesperados: la enfermedad, el miedo, la
incertidumbre, la soledad, la pérdida de empleo y, en el peor de los
casos, la muerte de un ser querido. A todas estas contrariedades se
han añadido noticias desoladoras, muchas de ellas falsas. Bulos, que
no han hecho otra cosa más que acrecentar nuestra angustia y
desazón.
Es difícil enfrentarnos a los
imprevistos y dificultades que nos ha provocado esta situación pero
tenemos en nuestra mano combatir con facilidad las noticias falsas,
mediante la información, el buen criterio y la búsqueda de fuentes
certeras e imparciales.
No es nada novedoso encontrar a
lo largo de la historia sucesos sobre los cuales tenemos una visión
sesgada e incluso errónea, pues se nos han transmitido por fuentes
interesadas o -por qué no- ignorantes de la verdad. Esto ocurre con
mucha frecuencia en hechos históricos sobre los cuales no tenemos
más registro que el relato de historiadores contemporáneos o
posteriores, que no fueron testigos directos del suceso que relatan.
Así la historia de la antigua
Roma está llena de tópicos e imágenes que se nos han trasmitido
fundamentalmente a través de películas, que a su vez recogen
testimonios de historiadores antiguos para reproducir hechos,
escenarios o personajes sobre los cuales nadie ha podido corroborar
su verdad.
Al cine debemos que hoy en día
la reina de Egipto, Cleopatra, sea considerada como una mujer de
excepcional belleza capaz de seducir a los hombres más poderosos de
Roma. Todos podríamos reproducir una imagen de Cleopatra, incluso
los niños pequeños, con su característico pelo negro.
Parece que nada más lejos de la realidad según un perfil de la reina que se ve en monedas acuñadas con su rostro.
La vida de la reina de Egipto
está salpicada de enigmas que nos parecen certezas pues como tales
se nos han transmitido. ¿Realmente amó a César y a Marco Antonio, o
los utilizó para someter Roma a Egipto?, ¿Era la leche de burra con
la que se bañaba la que proporcionaba a su piel su aterciopelada
suavidad? ¿ Traicionó a Marco Antonio abandonándolo a su suerte en
la batalla de Accio? ¿Se suicidó por amor? ¿Murió por la
mordedura de una serpiente?
Seguramente contestaríamos sin
dudar a cada una de estas respuestas repitiendo lo que sabemos de
Cleopatra a través del cine y la literatura romántica, que ha
recreado su relación con César y Marco Antonio.
Los
historiadores
Plutarco
y
Suetonio,
relatando la vida de César,
Antonio
o
Augusto,
describen sus relaciones con la reina de Egipto
y
no siempre de forma imparcial. Por otro lado, las inscripciones,
papiros
y descubrimientos arqueológicos nos dan sólo datos, a menudo no muy
importantes, para recrear los sucesos históricos.
Era
hija de
Ptolomeo
XII Auletes.
Nació en 69
a.C..
Después de la muerte de su padre, en51
a.C.,
se convirtió en reina a la edad de 18
años junto
con su hermano Ptolomeo
XII,
que
tenía sólo 10
años.
Plutarco,
unos 200
años después
de los hechos, cuenta sus relaciones
con
Julio
César y
Marco
Antonio
en
Las
vidas
paralelas.
Según cuenta Plutarco, Cleopatra
conoció
a César
cuando
ella tenía 18
años
y
estaba en peligro. Había sido expulsada de palacio, poco después de
la muerte de su padre, por el poderoso eunuco Potino
y
se refugió en Siria.
Llamada por César,
que no confiaba en los eunucos de la corte, llegó en secreto a
Alejandría
en
un bergantín y se envolvió dentro de una alfombra, con la ayuda de
su amigo de confianza Apolodoro,
para entrar en el palacio real sin ser vista.
El episodio e la alfombra aparece
reflejado en la película Cleopatra de 1963 protagonizada por
Elizabeth Taylor cuyo hermoso rostro contribuyó a perpetuar la
supuesta belleza de la reina egipcia.
Mucho menos favorecido por la
historia, el emperador Calígula ha sido recordado como un loco
sanguinario y descerebrado que nombró cónsul a su caballo Incitatus
y se creyó metamorfoseado en un dios del Olimpo.
Según
Suetonio,
Calígula quiso nombrar cónsul
a
Incitato.
Este
hecho ha sido tradicionalmente interpretado como fruto de la demencia
del emperador, pero lo cierto es que la actitud servilista y
pusilánime de los senadores del reinado de Calígula bien pudiera
haber influido en dicho nombramiento, volviéndolo un hecho irónico
que denotaría el sarcástico desprecio de Calígula hacia las
instituciones públicas del Imperio.
A
esto añade Dion Casio que Incitatus comía
copos de avena mezclados con suaves y delgadísimas escamas de oro,
tomaba el mejor vino en lujosas
copas,
devoraba ratones, calamares, mejillones y pollo; vestía púrpuras de
la mejor calidad y usaba collares con piedras preciosas; su pareja
habría sido una yegua de nombre Penélope, y había sido elegida por
Calígula como esposa de su amado caballo. Incitatus incluso llegó a
formar parte de la mesa en donde comía su dueño, Calígula.
Parece
evidente que los historiadores citados exageraron la nota al
rememorar las excentricidades
del emperador, quizá por ello ha pasado a la historia como un loco
demente y no se recuerda nada de su gestión al frente del imperio.
Así
aparece retratado en un episodio de la serie Yo, Claudio basada en el
libro del mismo título de Robert Graves.
Estos
son dos ejemplos de los innumerables sucesos de la historia de Roma
que han quedado distorsionados por las versiones poco objetivas de
historiadores de la época que simpatizaban u odiaban a los
gobernantes del momento y que contribuían a su gloria o condena.
Versiones que han sido reproducidas por novelas y películas.
En
el siguiente video aparecen una serie de bulos sobre la historia de
Roma que nosotros asumimos como ciertos.
Vuestra
tarea para esta semana será buscar información y desmontarlos
respondiendo a las cuestiones que sobre cada uno de ellos os planteo
en el trabajo que os pasará María.
No
olvidéis que lo importante es estar bien informados y buscar
fuentes fiables y contrastadas.
Suerte
en vuestra misión.
Curate ut valete!