Como
todos los años la víspera de la vuelta a las aulas preparo algunas actividades
iniciales para recibir a los nuevos alumnos que se estrenan en el aprendizaje
del latín, a los alumnos de 4º de ESO.
Mi
objetivo fundamental es captar su atención y convencerles de que el latín forma
parte de sus vidas.Su lengua y sus costumbres mantienen viva la herencia de
una lengua supuestamente muerta.
Pienso
en el título que pondré a los ejercicios que he elaborado para demostrarles que
hablan latín. Palabras claras y trasparentes: vitam, harmoniam, firmamento,
pax, vox, lux, inundan una canción de moda subtitulada en latín que me sirve
como pretexto para hacerles pensar un poco.
Viene
a mi mente el título de un libro del profesor Wilfried Stroh, El
latín ha muerto ¡viva el latín! pero rápidamente lo desdeño pues no deja de
rondarme la cabeza el estribillo de una famosa canción que popularizó Peret allá
por los años sesenta y que decía así: no estaba muerto, que estaba de parranda,
leré, lerele…
Me parece acertado poner el nombre de esta canción a este primer trabajo del curso. Sin pensarlo más y bien centrado y en negrita tecleo sobre el folio: el muerto vivo.
Cierto
es que los romanos siempre han tenido
fama de parranderos. Repantigados en sus triclinia y poniéndose morados de apetitosas uvas y
tintorro del bueno.
No digamos ya los griegos, adoradores del salvaje y libidonoso Dionisos, a los que se tiene por unos depravados y cuya lengua clásica ha sufrido el vilipendio y la ofensa más que su compañera de juergas: la lengua latina.
Quizá por ello los políticos, los ciudadanos,
los padres, las madres, los profesionales de cualquier ámbito -incluidos muchos
dedicados a la enseñanza- han dado por
hecho que las lenguas clásicas - al igual que el protagonista de la canción- se lo han fundido todo en su última borrachera
y se les ha parado el pulso ahítas de
vino. Así pues les han hecho un gran velorio, les han rezado una novena, les
han perdonado sus deudas y las han enterrado con pena.
Con lo que no contaban todos ellos es que, afortunadamente y como le pasó al bueno de Blanco Herrera- protagonista de la canción-
no estaban muertas que estaban de parranda, leré, lerele y han resurgido llenas de vida y contento diciéndole a todo el mundo se
equivocaron de muerto, cuchibiri, cuchibiri, chibiri
De
este modo, estas lenguas parranderas que no muertas gozan de buena salud en el
IES Pere d’Esplugues y ello se refleja en los alumnos que cada curso muestran interés en
aprenderlas.
Que
mejor forma, pues, de darles la bienvenida
a todos ellos que bailando una rumbita con Serrat y Sabina y cantando todos juntos
que esta vez, también, se equivocaron de muerto cuchibiri, cuchibiri, chibiri.